miércoles, julio 27, 2011

EL MAR





Eso he pensado al ver esta foto. La expresión de sorpresa -- entre miedo y gozo-- de esa bella mujer palestina me ha hecho recordar mis primeras ilusiones y artimañas para ver el mar. No fue fácil pero aprendí mucho. No sólo descubrí el mar, también que podría vivir sin la presencia de los seres más queridos, y que se pueden tener cerca aun cuando nunca se vuelvan a ver.
Para empezar, y esto ya lo he contado antes, convencí a mi familia para que me pusieran en un orfanato del estado durante un año: así podría ir en verano a Almería con las monjas. Nunca había visto el mar. Mi abuela, pesarosa, consintió no sin predecir que "como la niña es tan caprichosa no durará más de un mes allí". Lo que no sabía ella es que la niña también era orgullosa, por lo tanto y a duras penas, duré año y medio!
En enero entré en este colegio y ya sabía qué bañador llevaría a Almería en agosto. Lo había visto, soñado y deseado durante años. Mi padre me lo compraría!... Pero por más explicaciones y dibujos que le hacía, no sabía de lo que hablaba. Se le ocurrió que quizás Josefina, una antigua clienta de la tienda, me entendería. Ella me lo compraría. A buscarla fuimos. Entramos en un bar y observé que el hombre tras la barra le hizo con la cabeza un gesto a mi padre indicándole unas escaleras a la derecha. Lo seguí al primer piso; en el descansillo llamó a la primera puerta que nos encontramos: un "adelante" se escuchó y mi padre, muy resuelto, abrió la puerta; yo detrás de él observé --una vez dentro-- que Josefina, a quien ya conocía, estaba en la cama cubierta hasta por encima del pecho con una sábana blanca. Era evidente, incluso para una niña, que estaba desnuda; su melena, como la de la Magdalena, suelta por los almohadones. Ninguno de los tres nos alteramos, aunque la situación me parecería extraña; tan extraña que nunca la he olvidado.
Describí a Josefina mi bañador hasta el último detalle. Ella sí que sabía de lo que hablaba! Prometió mandármelo por correo al colegio. La idea me intranquilizó, ¿cómo sabría si me quedaría bien?
Nunca me lo mandó. Creo que eso me afectó más de lo esperado: durante años, incluso en mi edad adulta, he buscado ese bañador... El bikini arrasó con mi sueño!

Un consuelo tuve. Cuando llegamos a Almería las monjas nos dieron nuestro traje de baño. Consistía en unos pololos hasta los tobillos y una camisa abotonada desde el cogote hasta las muñecas. Cuando nos metíamos en el agua estábamos más vestidas que la dulce palestina de la foto. Lo peor era cuando salíamos del agua y queríamos jugar en la arena; arrastrábamos un peso imposible para las pequeñas y flacuchas del grupo. De vuelta a la azotea del hospital nos duchábamos -- traje puesto -- con la manguera: de allí salía un agua ardiendo y salada. Para tales casos el agua de la azotea se suplía del mar! No es de extrañar pues que, a mediados de nuestra estancia en Almería, a más de la mitad del grupo les acompañaran los piojos. Yo era una de las afortunadas.

Otro día les cuento la parte divertida de mis primeras aventuras en la costa...
Entre tanto, si me pierdo, no me busquen en una playa!

miércoles, julio 13, 2011

La suerte: en todas las tallas, colores y diseño... pero al revés.


El calor ha llegado a New England tarde pero sin compasión. Llevo un par de semanas pensando comprar unos pantalones de lino y abandonar los vaqueros en estos días pegasosos. Ayer, temprano, me fui andando hasta el final de mi calle - un par de millas (?) - a un outlet de ropa de diseño a mitad de precio. Los diseñadores son totalmente desconocidos, bueno, no se fíen de mí porque sólo me suenan los que ya están muertos...La ropa es original, de buena calidad - fibras naturales - y a buen precio. Mi recordada Roxana fue la que me llevó allí por primera vez y la que siempre encontraba "the best bargains".
El sitio es agradable: un grupo de mujeres en sus cincuenta llenas de energía y con ganas de vender. El trato amigable y de un refinamiento poco común en este tipo de negocio. Abren los miércoles y sábados.


El gran inconveniente es que el probador es una sala común cubierta de arriba a bajo de espejos. Como en esos Spas baratos donde señoras de todos los tamaños, edades y costumbres, comparten en pelotas la misma sauna, las bañeras de hidromasaje y las duchas...Me dijo en una ocasión una compañera, con su meloso acento caribeño, "pero querida si todas son más viejas feas y gordas que tú!" Cosa que me produjo más aprensión a estos lugares.


Pues bien, ahí estaba probándome los pantalones. Usé el antiguo truco de llevar falda y una vez puestos los pantalones me la quitaba. Me probé varios y cada vez que lo hice me puse la falda y me quité los pantalones para volver a ponerme la falda y quitármelos después, y así varias veces. No quería mirar a mí alrededor porque sabía que estaba haciendo el ridículo.

Cuando decidí comprarme una blusa fresquita no supe qué hacer para cubrirme; así que sin mirar a nadie, y muy decidida, me quité la camiseta y me puse la blusa, todo en menos que un suspiro. Entonces fui yo la que miré y vi que nadie prestaba atención a mi ritual mojigato. Estaban todas ocupadas con su propio cuerpo: un par de amazonas que derrochaban de todo por todas partes llevaban ropa interior bien coqueta (ni se me habría ocurrido) y a una flacucha todo le colgaba como si de una percha se tratara ... Claro, también había una chica de unos veinte que todo lo que se ponía le quedaba de pasarela. Como se movía por la sala prácticamente como su madre la trajo al mundo, observé que en una de sus interminables piernas --vaya taconazos que llevaba-- desde mitad de muslo hasta la cadera, le habían tatuado el camino de Santiago. Una ruta de pequeñas estrellas de colores exquisitos. Mi vanidad me venció y le dije que mi nombre era Estrella...añadiendo "qué pena que a tu edad no se me ocurriera hacer lo mismo, te quedan preciosas". Me sonrió y dijo que su hermana también las tenía.

Con dos pares de pantalones y una blusa me acerqué a la cajera. Una de las chicas que me había ayudado me dijo "sabes que llevas la camiseta al revés?" Puse cara de fastidio, pensando en el probador. Me paró y me dijo "no, no te la cambies porque es señal de buena suerte".
Ponerse la prenda al revés, sin darse cuenta, y llevarla así...trae suerte? La creí.


No soy supersticiosa pero...
Hoy, abro mi email y encuentro un correo con una oferta para enseñar este otoño en Madrid. Algo que había solicitado hace cinco o seis años y nunca salió. Había dado por descartada tal oportunidad.

Qué me dicen?

domingo, julio 10, 2011

Happy 101 to Herman Maurer... and his love for music.



[...]
K-K-K-Katy, beautiful Katy,
You're the only g-g-g-girl that I adore;
When the m-m-m-moon shines,
Over the cowshed,
I'll be waiting at the k-k-k-kitchen door.
K-K-K-Katy, beautiful Katy,
You're the only g-g-g-girl that I adore;
When the m-m-m-moon shines,
Over the cowshed,
I'll be waiting at the k-k-k-kitchen door.

[...] http://www.kididdles.com/lyrics/k008.html




Photo by Alexandra Maurer

miércoles, julio 06, 2011

Adolfo: Peligros de la literatura.


Anoche encontré este comentario de Adolfo en la entrada previa. Me pareció interesante y divertido y habría sido una pena dejarlo enterrado en los comentarios. Además, esperamos que siga contándonos más! La ilustración de Don Quijote en Alcalá de Henares me pareció sugerente.




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Después de siete horas de vuelo y sin haber dormido ni un minuto en el avión, pasé la mañana en el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares, mirando papeles de la censura franquista. En un mismo memorándum (donde un burócrata había resumido varios expedientes de 1947 o 1948) se menciona a García Lorca (cuya poesía puede editarse, pero con un prólogo que explique sus “errores ideológicos”), Galdós (No autorizan una edición de “Fortunata y Jacinta”; se trata de una obra “inmoral”) y José Martí (cancelan cierta edición de su prosa porque hay demasiados comentarios desfavorables sobre España!) Qué maravilla de archivo, que capta a esos censores como moscas en ámbar. La gente amabilísima a la hora de orientar al investigador.
Salí a las 2:30, cuando cerraban; pensaba bajarme en Recoletos y acercarme a la BNE, pero me dediqué a pasear y a ver la universidad antigua. Se me había olvidado esa sobria belleza… Al llegar a la estación, como soñando, con el billete en la mano, y a punto de coger el tren, me pararon unos guardias muy simpáticos (“No hablará Vd. POR CASUALIDAD el inglés?”). Un carterista le había quitado la cartera a una estudiante coreana y ella no hablaba el español. Los guardias me dijeron que no hablaban “ni el inglés ni el chino”, y que me tocaba a mí (si fuera Vd. tan amable) servir de traductor y acompañar a la chica a la comisaría de policía para poner una denuncia, de modo que mientras íbamos caminando y charlando vimos otras calles de Alcalá.
Y a ver si duermo esta noche. Mañana vuelvo de nuevo...


Adolfo